A veces, no sabemos dar valor de verdad al inmenso placeer de tener un buen amigo, damos por hecho que esa persona está ahí y que forma parte de nuestra vida. Sin embargo, en medio de las obligaciones de la rutina cotidiana y de los compromisos del trabajo podemos comunicar como si fuese un teléfono móvil que pone una llamada en espera. Es decir, podemos marcar una barrera con los demás, sin darnos cuenta de que el tiempo pasa, la vida avanza, y no siempre podremos estar con los que más queremos.
El regalo de tener un buen amigo debe envolvernos precisamente en la filosofía de recordar que lo importante no es tener un montón de personas alrededor sino contar con gente que sea de verdad. La amistad verdadera es un tesoro precisamente porque su calidad compensa mucho más que la de relaciones que son más superficiales.
Existen personas que dejan una huella pasajera porque no se ha profundizado en ese vínculo a nivel de tanta intimidad. En cambio, la amistad verdadera es tal porque las personas han profundizado en esa relación, han alcanzado el verdadero valor de la amistad.
Aunque la amistad parece muy sencilla de asumir en la teoría, la realidad es que no es tan simple de alcanzar en la práctica del día a día. El regalo de tener un buen amigo se basa en la sinceridad de contar con una persona que te ayuda a crecer y a ser tú mismo.
La amistad no tiene precio, es un valor que va en contra del materialismo propio de la sociedad actual puesto que la compañía de un buen amigo tiene un valor incalculable. Que alguien te regale su tiempo muestra que te valora y que quiere tener una presencia en tu vida.
La verdadera esencia de la amistad se basa en el feedback de dar y recibir. Por tanto, abre tus manos, sé generoso y piensa en todo lo que la vida tiene que ofrecerte. Pero para ello, tú también tienes que darte a los demás.
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